La rivalidad y la vanagloria son dos gusanos que debilitan a la Iglesia,
Es necesario conducirnos con espíritu de humildad y de concordia, sin
buscar el propio interés: así lo ha dicho Papa Francisco en la homilía
de esta mañana en Santa Marta.
“Y cuántas veces en nuestras instituciones, en la Iglesia, en las parroquias, por ejemplo, en los compañeros, encontramos esto ¿no? La rivalidad, el pavonearse, la vanagloria. Se ve que son dos gusanos que se comen la consistencia de la Iglesia, la debilitan. La rivalidad y la vanagloria pelean contra esta armonía, esta concordia. ¿Qué aconseja Pablo en lugar de la vanagloria y la rivalidad? ‘Cada uno de vosotros, con toda humildad’, ¿qué debemos hacer con humildad? ‘Considerando a los otros como superiores a nosotros’. Él sentía esto ¿eh? Él se califica ‘no digno de ser llamado apóstol’, el último. También se humilla fuertemente allí. Este era su sentimiento: pensar que los demás son superiores a él”.
El Papa cita a San Martín de Porres, “el humilde fraile dominicano”, a quien la Iglesia recuerda hoy: “su espiritualidad estaba en el servicio, porque sentía que todos los demás, incluso los grandes pecadores, eran superiores a él. Lo sentía verdaderamente”. San Pablo, después, exhorta a cada uno a no buscar el propio interés: “Buscar el bien del otros. Servir a los demás. Pero esta es la gloria de un obispo, cuando ve a su Iglesia así: un mismo sentir, la misma caridad, permaneciendo unánimes y concordes. Esta es la atmósfera que Jesús quiere en la Iglesia. Se pueden tener opiniones distintas, está bien, pero siempre dentro de este ambiente, de esta atmósfera: de humildad, caridad, sin despreciar a nadie”.
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